Ver Bogotá desde el sillín de una moto es redescubrirla. Es sentir el frío de los cerros orientales en una rodada matutina, es ver las luces de la ciudad convertirse en un río de estrellas en la noche y es tener la agilidad para moverse por calles que a otros les parecen un laberinto.
Las mujeres motociclistas no solo recorren la ciudad, la conquistan. La transforman en su propio lienzo, demostrando que el asfalto bogotano también es un lugar para la pasión, la libertad y la sororidad.
Así que este Día de Amor y Amistad, nuestro reconocimiento es para ellas. Para las mujeres que nos enseñan que el amor puede ser el viento en la cara y que la amistad verdadera siempre te cuida las espaldas en la carretera.
¡Feliz día a todas las reinas del asfalto bogotano! Que cada kilómetro esté lleno de amor y buena compañía.
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